Apple es la empresa que inventó el marketing de los rumores, una práctica que puede ser definida como dejar correr pequeños detalles de un producto y esperar que los medios se encarguen de hacerlos crecer, alimentándolos con silencio oficial. Eso garantiza que, al momento de la presentación, la expectativa sobre ese producto tenga un tamaño descomunal.

Eso es lo que Apple hace todos los años, sobre todo con sus iPhone. Pero nada salió bien en el caso de su auto eléctrico y autónomo.

Pasaron años desde el primer rumor sobre un vehículo con el sello de Apple; se conocieron nombres de los directivos del nuevo emprendimiento; el plan adquirió el nombre de Project Titan; contrató especialistas de automotrices líderes; debió desistir de crear un auto propio para centrarse en desarrollar el sistema de conducción autónoma; comenzó a probar algunos coches en California; y finalmente trascendió que testeará pequeñas vans sin conductor para transportar empleados entre sus campus (ver más abajo).

The New York Times logró que un empleado vinculado con Project Titan revelara desde el anonimato las peripecias que sufrió el emprendimiento, definido como un intento por reinventar la rueda que salió mal.

Dos visiones y una renuncia

Project Titan sufrió varios retrasos y cambios desde su nacimiento, cada uno propiciado por la división interna en la empresa: por un lado, el equipo del ahora ex directivo Steve Zadesky, que estaba a cargo del proyecto, y por otro el del diseñador estrella de Apple, Jonathan Ive.

Mientras Zadesky apostaba por un vehículo semiautónomo, Ive buscaba uno completamente nuevo, sin conductor y con avances jamás vistos.

La idea de Ive era crear una nueva experiencia para el automóvil, fabricando uno sin volantes ni pedales, con puertas silenciosas, un tablero con realidad aumentada y ruedas esféricas que ayudarían al planificado desplazamiento lateral del coche.

Sobre el tablero, las ideas eran fabulosas. Pero en la realidad, Zadesky sabía que era imposible hacerlas funcionar en el corto plazo: Apple quería tener listo un auto, desde cero y con semejantes innovaciones, para 2020 o 2021. El directivo, con 16 años de antigüedad en Apple, presentó su renuncia.

Cambio de foco

El histórico Bob Mansfield se hizo cargo en 2016 de Project Titan, que adoptó una visión más realista: abandonar el desarrollo de un auto sin conductor para enfocarse en el sistema que los hace autónomos. Es decir, en términos de informática, dejar de pensar en el hardware para crear el software.

Ese es el camino que sigue Waymo, de Google, la tecnológica con mayor tiempo en el incipiente mercado de coches sin conductor, que desde sus inicios advirtió que no pensaba tener un auto propio sino más bien sellar alianzas para vender el sistema a automotrices tradicionales.

Con esa impronta, Apple consiguió los permisos para probar vehículos en California y comenzó las pruebas de inmediato. Tim Cook, CEO de la empresa, dijo que el sistema “es la madre de todos los proyectos”. Recientemente, agregó que no solo será aplicado sobre vehículos.

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El primer resultado de los esfuerzos se llama PAIL, que hace referencia a Palo Alto e Infinite Loop, las dos sedes principales de Apple en Silicon Valley. Se trata de una van sin conductor que transportará a los empleados entre los dos campus, ubicados a algunos kilómetros de distancia entre sí.

PAIL comenzará a funcionar en los próximos días y sin dudas será la envidia de los servicios que ofrecen otras compañías como Google para llevar a sus empleados entre diversas oficinas.