Por Vanina Lombardi – Agencia TSS

Un equipo de técnicos argentinos desarrolló el primer prototipo de un tomógrafo por emisión de positrones (PET) fabricado en la Argentina. Desarrollado por la CNEA y la UTN, está instalado en el Hospital de Clínicas, permitirá realizar estudios para detectar enfermedades como el cáncer, problemas cardiológicos y trastornos cerebrales. Podría fabricarse a la mitad del precio de los equipos importados y tendrá un menor costo de mantenimiento.

El tomógrafo fue desarrollad por especialistas del Grupo de Sistemas Digitales y Robótica del Centro Atómico Ezeiza de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en colaboración con el Grupo de Inteligencia Artificial y Robótica de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

“Esto fue posible gracias a la participación de muchos grupos de trabajo”, subrayó Claudio Verrastro, jefe de la División Sistemas Digitales y Robótica de la CNEA, y destacó que todos los equipos de la Subgerencia de Implementación y Control de la CNEA estuvieron particularmente involucrados en este proyecto. “Fue posible gracias a toda la institución, incluidos los sectores administrativos. Es muy relevante tener en cuenta que estos desarrollos se concretan a través de organismos públicos, como la CNEA y las universidades”.

Un tercio

En total, el equipo desarrollado en el país tuvo un costo de fabricación estimado de alrededor de u$s300.000 (sin incluir salarios). Si se profundizara el camino iniciado con la fabricación de este tomógrafo se podría evitar la dependencia de los fabricantes mundiales de este tipo de equipos, que actualmente son cuatro en el mundo y los comercializan a un valor de mercado que supera el u$s1.000.000 por unidad.

“Podríamos fabricarlos a menos de la mitad del precio de los equipos que se importan, con la ventaja de que también podríamos repararlos acá y a menor costo”, destaca Verrastro y afirma que el mantenimiento es una parte “muy importante” del costo de un PET, ya que anualmente ronda entre el 10% y el 15% del valor total del equipo.

En el contexto actual, este desarrollo también es representativo de la importancia de sostener políticas que impulsen desarrollos científicos y tecnológicos. “Hay que apuntar a la investigación y a la apropiación y dominio de la tecnología, teniendo en cuenta que son procesos que después de muchos años producen resultados”, subraya Verrastro y concluye: “En este caso, es un trabajo que se remonta a más de 11 años, porque cuando empezamos con este proyecto ya teníamos experiencia en otros que nos permitieron abordar este desafío”.

Uso actual

El equipo ya está instalado en un espacio especialmente acondicionado dentro del servicio de Medicina Nuclear del Hospital de Clínicas José de San Martín, que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA), aunque los pacientes todavía deberán esperar un tiempo estimado de alrededor de un año para poder gozar de estos servicios. Mientras tanto, los especialistas pedirán a la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) la autorización para trabajar con radiofármacos (que también son fabricados en el Centro Atómico Ezeiza de la CNEA) y, posteriormente, comenzará una etapa de caracterización del equipo desde el punto de vista funcional, que permitirá solicitar la aprobación a la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para su utilización en personas.

“En esta etapa de caracterización trabajaremos con fantomas, que son como maniquíes a los que se les inyecta el radiofármaco, se los escanea y se les toma imágenes. Simulan un paciente real y permiten hacer mediciones y ajustes para que la ANMAT pueda evaluarlo y autorizar su uso en personas”, explica Verrastro, que también es director del Grupo de Inteligencia Artificial y Robótica en la UTN.

Cómo es

Un PET es un tipo de tomógrafo que se utiliza para hacer diagnósticos por imagen y permite analizar el metabolismo celular por métodos no invasivos. De ese modo, es capaz de detectar enfermedades como el cáncer y problemas cardiológicos o neuropsiquiátricos, entre otros.

En particular, y a diferencia de otros, el equipo desarrollado en Argentina puede funcionar solamente con dos de los seis cabezales que conforman el escáner (construidos con cristales centelladores rectangulares de 30 por 40 centímetros dispuestos en forma hexagonal, que permiten obtener un campo de visión amplio), que se pueden sacar, reparar y reponer sin que el escáner salga de servicio.

Además, tiene un diseño mecánico que le permite girar 360 grados de manera helicoidal, lo que evita las zonas muertas y mejora la uniformidad y la resolución espacial de los resultados.

Cuenta con una arquitectura digital con capacidad de procesamiento distribuido, lo que posibilita la aplicación de algoritmos avanzados sin introducción de tiempos muertos en el sistema. Para satisfacer los altos requerimientos computacionales, los investigadores implementaron procesadores gráficos (GPU) similares a los que se utilizan en dispositivos de videojuegos.

Otra de las características de este equipo es su facilidad de instalación: no tiene cables, transmite la información de manera inalámbrica y funciona a 12 voltios, es decir, que se puede utilizar conectado a una computadora.

Tomografo argentino

El proyecto

Se trata de un proyecto que comenzó en 2005 y que fue posible gracias al financiamiento de un Estado que confió en el desarrollo tecnológico nacional. Inicialmente, recibieron un aporte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), y desde el año 2007 contaron con fondos del Tesoro Nacional por alrededor de AR$2 millones.

“En 2015, el proyecto ya estaba terminado. Desde entonces, no recibimos más fondos específicos para el desarrollo del equipo, que de todos modos seguimos mejorando, pero recibimos fondos por una cifra similar de parte de la Fundación Centro de Diagnóstico Nuclear, para la remodelación de la sala del hospital en el que hoy está instalado el equipo”, detalla Velastro.

Para su desarrollo, los especialistas importaron sólo los componentes que consideraban imprescindibles, como los cristales centelladores, fotomultiplicadores y microchips electrónicos (que de todos modos impactaron en más del 50% del costo del equipo), mientras que la mecánica y la electrónica fueron diseñadas y patentadas de manera local. Resta saber qué política tomará la CNEA para la producción de estos equipos, si transferirá las patentes, a quién y de qué modo.